Posteado por: cursosmanagement | octubre 21, 2008

El temor al fracaso.

Son muchas investigaciones realizadas sobre los procesos de decisiones gerenciales se reitera que el factor principal que ocasiona la indecisión es precisamente el temor al fracaso. MacKenzie cita a Nunlist, que plantea que, “si una decisión se toma rápidamente, se tiene más tiempo para corregirla si resulta equivocada, además se ahorra el tiempo que habría que invertir en reuniones subsiguientes con el propósito de reconsiderar y debatir los hechos. Si ya se tomó la decisión, son innecesarias tales reuniones”.

El problema principal radica en que las decisiones se toman en el presente, pero sus resultados se constatan en el futuro, que muchas veces se caracteriza por los cambios acelerados y la incertidumbre. Koontz-Weirich plantean que “los directivos, muchas veces, prefieren decisiones que garanticen estabilidad y seguridad eludiendo asumir riesgos, aunque estos puedan representar oportunidades potenciales”.

No es casual que Goleman, en su primer libro, “La inteligencia Emocional. Por qué es mas importante que el cociente intelectual” (1995) incluye un apéndice sobre “El circuito nervioso del temor”, donde plantea “el temor tiene una importancia especial, es fundamental para la supervivencia, tal vez más que ninguna otra emoción”. Pero, más adelante, precisa que <“en los tiempos modernos, los temores fuera de lugar son la plaga de la vida cotidiana y nos provocan preocupación, angustia y una variedad de inquietudes”.

El temor, en la toma de decisiones, puede ser un estímulo a la búsqueda de mejores alternativas, ante los peligros o amenazas que podemos anticipar. Pero, si se instala obsesivamente en la mente del que tiene que decidir, tiene un efecto paralizante, no solo bloquea la capacidad de decidir, sino también de razonar y de actuar.

En algunos textos sobre administración se menciona lo que los especialistas denominan el “Efecto Wallenda”. Se trata de una familia que durante años había venido realizando uno de los actos de acrobacia más espectaculares en uno de los circos más famosos del mundo. En una ocasión, de forma inexplicable para todos, el padre de la familia, el que había formado a todos sus hijos, que “con los ojos cerrados” era capaz de transitar en una bicicleta por una cuerda en lo más alto del circo, cayó al pavimento. Meses después, entrevistaron a la esposa, para tratar de indagar qué había producido este hecho tan lamentable. La Sra. Wallenda relató que, en las semanas anteriores al accidente, por primera vez en muchos años su esposo estaba obsesionado con la posibilidad de que “algo no funcionara” durante su acto, se levantaba de madrugada para verificar la tensión de la cuerda, preguntaba a los ayudantes, en fin, lo revisaba todo de forma obsesiva.

Comparando esta información con investigaciones realizadas con grupos de directivos, los especialistas identificaron un patrón común, el hecho de que, cuando se va a tomar una decisión, o realizar una acción determinada, si el sujeto centra su preocupación en los problemas, en las amenazas, en la posibilidad del fracaso, pierde la concentración y energía que debe utilizar en la ejecución del proceso que debe conducir al resultado. No es que el fracaso no se reconozca como una alternativa, que en definitiva siempre esta presente en cualquier decisión, sino que se anticipa, consumiendo más energías que las acciones que se deben ejecutar.

Otra anécdota que se presenta tiene otro carácter. Se dice que, en una ocasión, un Vice-Presidente de IBM cometió un error que le costó a la empresa dos millones de dólares. cuando fue a plantearle a Watson, el Presidente, su renuncia por el reconocimiento del error que había cometido, este último le respondió “¿Ud. cree que, después de haber invertido dos millones, para que Ud. aprenda cómo no se deben hacer las cosas, vamos a prescindir de sus servicios?”.

Esta anécdota se utiliza para destacar como, en las empresas avanzadas, se estimula el comportamiento de asumir riesgos y los errores se utilizan para aprender. Es parte de la filosofía del comportamiento y las prácticas de las “organizaciones que aprenden”, que propone Senge en la V Disciplina. También es un componente de la “Gestión del conocimiento”, uno de los modelos gerenciales más recientes.

Como este es un tema muy recurrente, que se me presenta con mucha frecuencia en consultorías y talleres gerenciales, hace algún tiempo vengo preparando un listado de frases de personajes célebres, de las que presento algunas a continuación.
“El éxito consiste en moverse de fracaso, en fracaso, sin perder el entusiasmo” – Winston Churchill.
“He llegado al éxito por un sendero de fracasos. Realmente, no fracasé ni una sola vez, inventé la bombilla de luz, sólo que fue un proceso de dos mil pasos”. T. A. Edison.
“A nuestra gente le decimos que debe equivocarse diez veces al día, de lo contrario, es que no ponen bastante interés”. Bob Metzalfe-IBM.
“No nos amarguemos innecesariamente, hay ocasiones en que algunos fracasos resultan productivos”. E.M. Cifran.
“Ganar sin riesgos, es triunfar sin glorias”. Cornielle.
“El hombre que se levanta de sus errores, es aún más grande que el que no ha caído”. Concepción Arenal.
“Los que no se arriesgan, pueden evitarse el sufrimiento y el dolor. Pero no pueden aprender, sentir, crecer, cambiar, amar”. Eileen Caddy.
“Los que nunca se equivocan, generalmente, es porque pocas veces toman decisiones” – Un empresario cubano.

Todos conocemos casos de personas que transcurren durante años en una organización, sin “tener problemas”. Pero, no se destacan por su iniciativa y eluden todo lo que pueda representar algún riesgo. Un director de empresa, cubano, me dijo en una ocasión “Yo prefiero aguantar a un loco, que empujar a un bobo”. El “loco” es el que se cuestiona y emprende cosas nuevas, es decir, que “mueve” a la organización; el “bobo”, el que permanece en la inercia, por temor a lo que pueda suceder si hace algo distinto.

vía|http://www.degerencia.com


Deja un comentario

Categorías